Cuarto y mitad de peonías … y las alcachofas

No creo que lo haya contado, pero a la duquesa no le gustan las multitudes. Le agobian e hiperventila cuando se ve atrapada en una de ellas. Por supuesto, una de sus peores pesadillas es la calle Preciados en navidades, y si quieres disfrutar, invitale a un champán y que te cuente la vez que pensó en tirarse del puente Rialto porque estaba rodeada de cruceristas de Alabama (y dile que la culpa es suya por ir a Venecia. Punto).

Asi que me extrañó mucho que me llamase el sábado pasado para ir a ver el Mercado de las Flores de Vogue en Jorge Juan.

Yo tenia unos planes muy tranquilos este sábado, trasplantar unos geranios ( flores, ya veis ) y planear las comidas de la semana siguiente ( meal prep si nos ponemos estupendas ), pero si la duquesa llama, una sale corriendo, porque el entretenimiento está garantizado.

Mientras subia desde Recoletos hacia Jorge Juan, iba pensando en mis pobres plantas y en mis planes de hacer el vago toda la tarde aprovechando que ya había llegado el buen tiempo a Madrid, y en como podía ir olvidándolos. Y en la esquina con Serrano pensé, esto no va a funcionar.

Habia mucha gente, muchísima, y parecía que no se iba a poder avanzar por la calle. La llamé, y me dijó que estaba subiendo hasta Velazquez, que ya nos encontraríamos y que le fuese llamando.

Uno de los primeros puestos era el de Amborella , que es un amor de tienda y la gente pasaba un poco de largo, porque allí al lado los de Vogue habían montado un photocall, y un cartel gigante donde posar y poner morritos nos gusta mas que una caja de bombones. Así que me instalé allí delante y me lo pasé bastante bien viendo los posados y los arrumacos.

Para entonces ya había perdido la esperanza de ver a la duquesa, porque yo también me estaba agobiando un poquillo entre toda la gente. De lo mejor que recuerdo, los puestos de Brumalis y de Naranjas de la China, con los mantoncillos y las alcachofas, y los Lexus decorados con flores, bien bonitos. De lo peor, las señoras empujándose para sentarse entre las flores y posar como si fuesen Vita Sackville-Guest y diciendo que la anterior ya se había sacado 2 fotos, por favor, dejen sitio para todas.

Para cuando llegué a la esquina de Velazquez y me quedé sorprendida por las chaquetas austriacas que colgaban de un puesto (chaquetas de las de verano, no loden agobiante), la duquesa ya se había ido, y decidí bajar, entrar a La Bienaparecida, tomarme una copa de cava, unas rabas y declarar el dia como completo.

Y me fui a casa sin peonias, sin rosas y sin alcachofas, pero dispuesta a darles mucho amor a mis geranios. No son unas plantas tan glamurosas, pero son alegres como ellas solas.

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